El abrazo directo: Por mi experiencia (y seguramente debido a mi inclinación al respecto) considero que la terapia presencial permite una conexión más directa y personal. La presencia física facilita la comunicación no verbal, como el contacto visual, los gestos y el contacto piel con piel, lo que puede fortalecer la relación terapéutica.
Espacio cuidado: En un entorno presencial, tengo un control más directo sobre el espacio terapéutico. Me permite proporcionar un lugar seguro, confidencial e incluso jugar con el ambiente según el trabajo a realizar.
Ambiente para los sentidos: La terapia presencial involucra todos los sentidos, lo que puede contribuir a una experiencia terapéutica muy completa. La presencia física puede ayudar a construir un sentido de realidad y presencia que a veces puede faltar en las sesiones en línea.
LUZ
PAZ
CALIDEZ
Que la distancia física no sea excusa para embarcarte en tu crecimiento.
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